Visite la biblioteca y coma pizza

Éfeso es la joya de la corona de la antigua Turquía y Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. En su apogeo, fue una próspera ciudad romana, con unos 300.000 habitantes, y la capital de Asia Menor. También albergó el Templo de Artemisa, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, y la magnífica biblioteca de Celso. Este emblemático edificio aparece en todos los folletos turísticos, pero las fotos no le hacen justicia. La realidad es mucho más impresionante que las fotos y es una visita obligada.
En su época fue una de las mayores bibliotecas del mundo antiguo, junto con las de Alejandría y Pérgamo, y albergaba unos 12.000 "libros", manuscritos escritos a mano en rollos de papiro y guardados en cajas. Al igual que en las bibliotecas actuales, los visitantes seleccionaban lo que querían leer, que el bibliotecario (normalmente un erudito) sacaba de las estanterías y llevaba a una de las soleadas salas de lectura, donde el visitante podía relajarse y disfrutar de su "libro".
Éfeso es un lugar enorme y hay mucho más que ver que la biblioteca. Además, se ha restaurado muy bien, por lo que no es difícil imaginar cómo era la ciudad en la época romana. Hay un enorme estadio de gladiadores, los baños públicos, la hermosa Fuente de Pollio, el magnífico Templo de Hadrien y los mosaicos y frescos fantásticamente conservados del interior de las Casas de la Terraza, y eso son sólo algunos de sus monumentos.
Normalmente no recomendaría un guía, ya que suele ser más divertido explorar la ciudad por cuenta propia, pero en este caso creo que merece la pena utilizar un guía titulado para sacar el máximo partido a la visita. Los guías pueden contratarse en la entrada de la Puerta Sur.
Nota: llévese bebidas y tentempiés, ya que no hay muchos sitios donde comprar en el recinto.

Es el último día del viaje y el momento de comer "pizza" turca, si es que aún no la has probado. El pide es mi comida callejera tradicional favorita y rivaliza con la pizza italiana. Al igual que la pizza, tiene una base de hojaldre, pero tiene forma de barco con los bordes enrollados para evitar que se escape el sabroso relleno. En este concurrido restaurante local, se puede ver cómo se elaboran las pides y se puede elegir una variedad de ingredientes, como carne de cordero, salchichas, espinacas o champiñones, cubiertos con queso fundido. Eso sí, hay que tener cuidado con los chiles verdes, ya que pueden volarte la cabeza. Recomiendo tomar un vaso de ayran (una bebida salada de yogur) para refrescar la boca, si es necesario.

Deténgase aquí para estirar las piernas y tomar algo en esta cafetería con una bonita terraza y jardín con vistas al embalse.

Stratonikeia, una adición relativamente nueva a la extensa lista de antigüedades de la región, es una especie de "sándwich" de historia con estructuras de diferentes períodos superpuestas. Las ruinas de un pueblo otomano, con casas y tiendas, se encuentran junto a una mezquita del siglo XIX, bajo la cual y alrededor de ella se encuentran los restos de una rica ciudad romana y helenística de mármol. Este lugar personifica el término "historia viva". Hay cuatro familias que aún viven alrededor de las ruinas, vendiendo té y baratijas a los visitantes, así como equipos de arqueólogos que siguen descubriendo diferentes edificios.
Para mí, uno de los aspectos más destacados fue saber que en la ciudad, en la época romana, funcionaba una escuela de gladiadores. Se pueden ver las ruinas de lo que se cree que es el mayor gimnasio del país, donde se entrenaban, y las tumbas con inscripciones de los que no sobrevivieron a las luchas. Las inscripciones incluyen guirnaldas (el equivalente antiguo de una roseta) que indican cuántos combates ganaron, así como breves descripciones sobre la persona. Un gladiador es descrito como: "Vitalius, un hombre valiente en el boxeo, yace aquí".
También merece la pena visitar el ágora romana, donde los precios de los bienes y servicios están grabados en las paredes (los precios se fijaban para contrarrestar la inflación) y el gran teatro, que está siendo restaurado.
Para acceder al recinto, hay que comprar un billete en la entrada. Tenga en cuenta que el recinto cierra a las 19:00 horas.

Esta finca vinícola de 20 hectáreas está situada en medio de un gran olivar rodeado de colinas. Fundada en 2013, produce una gama de vinos de zinfandel premiados y de baja intervención. Puedes probar una selección de 3 o 4 de sus vinos en su sala de degustación, acompañada de una tabla de quesos gourmet (una selección de quesos frescos y curados con pan de pitta y mermeladas caseras), una cena ligera perfecta antes de volver a Bodrum.
No es necesario reservar con antelación. Tenga en cuenta que el viñedo está cerrado los lunes.