Federica Racioppi
Experto en viajes
Sobre mí
Soy una persona curiosa, me encantan los colores y el contacto humano. Como viajero, nada me hace más feliz que descubrir lugares diferentes y conocer gente nueva cada día. Me gusta sumergirme completamente en la cultura de un lugar y me encanta hacer mías las costumbres típicas de los lugares donde vivo. Soy una chica muy decidida, me gusta ponerme en juego y casi no dejo que los imprevistos me desanimen. Siempre me gusta saber qué hacer y cómo hacerlo, pero me encantan los retos y creo que lo inesperado enriquece mi vida diaria con sabor. Me adapto felizmente a cualquier situación: he dormido con saharauis en el desierto, he bailado con mongoles en la estepa más grande del mundo, he intentado hacer el Ramadán (¡con malos resultados!) y rezó en templos budistas, comió pescado recién capturado en el Bósforo y escorpiones recién fritos en Pekín, subió al rascacielos más alto de Nueva York y paseó por las calles más pequeñas de Transilvania, sintió la angustia de cada hombre que pasó por Auschwitz y la alegría de cada berlinés cuando fue despedazado. Viajar me hace feliz, me hace sentir rico.
La idea de arrancar el motor y salir siempre me emociona.
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Sobre mí
Soy una persona curiosa, me encantan los colores y el contacto humano. Como viajero, nada me hace más feliz que descubrir lugares diferentes y conocer gente nueva cada día. Me gusta sumergirme completamente en la cultura de un lugar y me encanta hacer mías las costumbres típicas de los lugares donde vivo. Soy una chica muy decidida, me gusta ponerme en juego y casi no dejo que los imprevistos me desanimen. Siempre me gusta saber qué hacer y cómo hacerlo, pero me encantan los retos y creo que lo inesperado enriquece mi vida diaria con sabor. Me adapto felizmente a cualquier situación: he dormido con saharauis en el desierto, he bailado con mongoles en la estepa más grande del mundo, he intentado hacer el Ramadán (¡con malos resultados!) y rezó en templos budistas, comió pescado recién capturado en el Bósforo y escorpiones recién fritos en Pekín, subió al rascacielos más alto de Nueva York y paseó por las calles más pequeñas de Transilvania, sintió la angustia de cada hombre que pasó por Auschwitz y la alegría de cada berlinés cuando fue despedazado. Viajar me hace feliz, me hace sentir rico.
La idea de arrancar el motor y salir siempre me emociona.
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